Leonardis insiste en la cuidada higiene que se garantiza en este local que, resalta, “es mucho mayor que en cualquier otro restaurante”. Las sillas están cubiertas por una funda monouso, que se tira al acabar la velada, y sobre la que, además, todo el mundo coloca el albornoz. “Hay muchos más gérmenes en la ropa que en la piel de las personas”, indica.
Para los más pudorosos, Innato Tenerife cuenta también con una zona en la que no es necesario renunciar a la ropa aunque, de momento, “no se haya estrenado”. “Nadie me ha pedido reservarla hasta la fecha, así que estoy pensando en eliminarla por la falta de demanda”.
Un restaurante nudista… y sin luz eléctrica
Con ropa o sin ella, lo que está claro es que la propuesta garantiza “un salto en el tiempo”. Para ello, nos cuenta, está prohibido utilizar aparatos tecnológicos, porque la idea es llevar al cliente “a otra dimensión” y, ya de paso, permitir que la velada actúe como terapia de pareja. “Nuestro restaurante es único en Europa, no hay otro en el que viajes mil años atrás como lo consigues aquí dentro”, aclara.
Para contribuir a ello, los propios camareros se visten de romanos, “con cualquier indumentaria alejada del mundo moderno”, no hay luz eléctrica -solo velas y antorchas- y solo se cocina y se come en utensilios de barro. La idea: “Ayudar a los clientes a relajarse de una vez”.